Aniversario 141. Esquiú el santo Obispo de Córdoba

Dic 12, 2021 | Actualidad, Fray Mamerto Esquiú

Compartimos algunos párrafos del libro «Beato Fray Mamerto Esquiú» un catamarqueño a los altares, el nuevo lanzamiento editorial de fray Eduardo Pablo Reartes OFM. que nos trasladan al encuentro con el Padre Esquiú como Obispo de Córdoba, también llamado el Padre de los pobres, por su amor a los que menos tenían.  

El 12 de diciembre de 1880 en la Basílica San Francisco de Buenos Aires, Fray Mamerto, era investido como Obispo de Córdoba. Esta Basílica pertenece a la Provincia Franciscana de la Asunción de la Santísima Virgen del Río de la Plata, ubicada a una cuadra de Plaza de Mayo.

El sábado 1° de enero de 1881, a las 20:30, es el momento preciso que señala Fray Luis Córdoba, el principio de un apostolado fecundo en ejemplarísimas virtudes, y el instante solemne marcado por el reloj de la Providencia divina para que la Nueva Roma Argentina, dirigida por un santo y por un sabio, continúe en sus honrosas tradiciones de fe, de piedad, y de verdadero progreso: con su santidad será la condenación viviente de los vicios y errores de su época: con su sabiduría, el exponente autorizado de los derechos y deberes recíprocos. En aquel instante y en aquel momento llegaba el Padre Esquiú precedido de la fama del Patricio, del Misionero y del Peregrino a sentarse en el trono treinta veces honrado por la virtud y la ciencia de sus ilustres predecesores, pero no había olvidado, como jamás olvidó, que el hábito de San Francisco había sido desde su más tierna infancia el ángel protector de su existencia: aún venía cubierto de burdo sayal, ceñido su cuerpo con nudosa cuerda, apoyada su diestra en el báculo de Pastor, con el breviario bajo el brazo y sus plantas sujetas a las correas de sus sandalias[1]. Esquiú ejerció el primer acto de jurisdicción el 10 de enero de 1881, quien falleciera precisamente un 10 de enero de 1883. Por lo tanto, su ministerio Episcopal duró solamente dos años.

Sus pláticas y sermones eran evangélicos, de palabra abreviada, trataba de los vicios y de las virtudes, de la pena y de la gloria, como manda el Seráfico Padre San Francisco. Cuando viajaba iba repartiendo catecismos de Mazo y de Astete[2], rosarios, etc.

El primer día como Obispo 

Manuel Gálvez, uno de los autores más reconocidos que escribe sobre Esquiú, siendo este Obispo de Córdoba, hace una semblanza de su labor como pastor y de sus gestos de humildad: «El primer día de 1881, a las ocho de la noche, entraba en Córdoba el nuevo Obispo. Por no ser cordobés, y tal vez por otros motivos menos confesables, su candidatura había sido resistida; pero ahora, toda la ciudad, clero y pueblo, aceptaba al Prelado. Una multitud lo esperaba en la estación. Apareció ante el pueblo con el sayal franciscano y sus pies desnudos, calzado con sandalias.

En la cruz de oro que debía llevar por su jerarquía, llevaba otra bastante tosca, hecha con maderas de Jerusalén. Fue un acontecimiento clamoroso, y se le acompañó a pie hasta el convento san Francisco, en numerosa manifestación popular. En el atrio, a pesar de ser tarde y de las fatigas del viaje, millares de personas quisieron besar su anillo y recibir su bendición. Nadie ignoraba en la ciudad, ni en todo el país, la fama de santidad del Obispo[3].

También, Fray Luis Córdoba[4], quien introdujo la causa de Canonización de Fray Mamerto, en la Arquidiócesis de Córdoba en 1926 dijo sobre Esquiú, como Obispo:

«Él ha sido Obispo, es cierto: pero el pueblo, que tiene intuiciones que forman dogma, no se ha contentado nunca con solo llamarlo Obispo, no obstante, ser esta dignidad tan sublime y divina. Le ha llamado Obispo, sí, pero anteponiéndole siempre el calificativo de santo, el santo Obispo. Le llamaban con respeto y veneración, pero con más frecuencia – en vida y más aún después de su muerte –hasta ahora lo nombraban, con familiar cariño, el Padre Esquiú; y éste último nombre es el que ha prevalecido y pasado a la historia como la personificación de la humildad, de la sencillez, de la austeridad, de la mansedumbre y caridad, de la pobreza y de todas las virtudes religiosas y morales, que han resplandecido en su vida acrisolada de apóstol.

Humildad del Obispo Esquiú 

Por el voto de pobreza, Fray Mamerto, siempre estuvo alerta ante los privilegios que le vendrían de los oficios o cargos tanto eclesiásticos como civiles que había asumido. Buscó servir – antes que servirse –de los puestos, cargos y honores. Ya San Francisco de Asís exhortaba a sus hermanos: Aquellos que han sido colocados sobre los demás, gloríense de tal prelacía tanto como si hubieran sido encargados del oficio de lavar los pies a los hermanos. Y en la medida en que se turban más porque se les quita la prelacía que porque se les quita el oficio de lavar los pies, en esa misma medida se hacen bolsas para peligro de su alma . (Cfr. Jn 12, 6; 13,29)

Fray Mamerto decía:
Un Dios humillado es quien así exhorta al miserabilísimo pecador, y para no caer en el lazo de la ambición de honores y puestos elevados, a pretextos de servicios y méritos, que ante Dios no puede tenerlos sino el verdadero humilde, recordándonos siempre lo que el Señor decía a sus mismos apóstoles sacrificados al odio y persecución de todos los hombres . (Cfr. Lc 13,10)
También se consideraba así, elegido ya como Obispo, como un vil lodo.

«La divina Providencia quiere colocar este vil lodo entre los príncipes de la Iglesia»
¿Qué clérigo candidato al Episcopado puede considerarse así – un vil lodo –y no buscar el rédito propio de los honores? Sólo alguien de mucha humildad como Esquiú.

Venta del libro «Beato Fray Mamerto Esquiú» un catamarqueño a los altares.

El libro se encuentra a la venta en la Santería de la Basílica San Francisco en CABA, en el Convento Franciscano de Catamarca y Ediciones El Trébol (Catamarca), a un valor de $2000. También se pueden hacer pedidos por mail pblreartes@gmail.com y lo recibirás por correo postal.

 

[1] Fray González M. Diario de Recuerdos y Memorias. Tomo II, Vida Pública, pp.501-502.

[2] Mazo y Astete: con este nombre se conoce un Catecismo de la Doctrina Cristiana. Santiago José García Mazo: nació en Bohoyo, Ávila, el 7 de septiembre de 1768. Fue escritor religioso, pedagogo y retórico español. Este Catecismo de la Doctrina Cristiana hace la exégesis de las colecciones de Astete y Jerónimo Martínez de Ripaldo. Falleció en Valladolid el 9 de julio de 1849. Astete: se conoce con este nombre un cuadernillo escrito por el Padre Gaspar Astete, sacerdote jesuita que durante siglos formó en la Doctrina católica a millones de hispano hablantes. Su edición más antigua que se conserva es de 1599.

[3] Gálvez Manuel. Vida de Fray Mamerto Esquiú. Fontis, Buenos Aires, 1976, pp.139-140.

[4] FRAY CÓRDOBA LUIS. Sacerdote. Nació en Anquincila, Departamento Ancasti, diócesis y provincia de Catamarca, el 13 de noviembre de 1876. Falleció en el convento de San Pedro de Alcántara de la ciudad de Catamarca, el 28 de diciembre de1966, In senectute bona et venerabili, a los 89 años de edad, 71 de profesión religiosa y 66 de sacerdote. Cursó sus estudios eclesiásticos en el convento franciscano de Catamarca; Vice-Postulador de la Causa de Beatificación de Fray Mamerto Esquiú por la que trabajó con dedicación y por muchos años. En octubre de 1921, en el Tercer Congreso Nacional Terciario Franciscano, el Ministro Provincial manifestó su anhelo de introducir la Causa de Beatificación del Siervo de Dios Fray Mamerto Esquiú. La propuesta fue presentada y aprobada por el Definitorio Provincial reunido en Catamarca, en diciembre de ese año; citado en: Fray Pablo Reartes. Memoria de los Hermanos que nos precedieron. Necrología Franciscana. Editorial Castañeda. Buenos Aires, 2016, pp.754-755.

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