El Obispo de los pobres

Fray Mamerto Esquiú y Medina – 22° Obispo de Córdoba

Gobierno pastoral: de 1880 a 1883

Preconizado Obispo de Córdoba: por el Papa León XIII el 27 de febrero de 1880 expidiéndose las Bulas del nombramiento el 24 de marzo de 1880.

Llega a Córdoba: 1 de enero de 1881 a las 20:30.

Ordenación episcopal: 12 de diciembre de 1880 en la Basílica de San Francisco de Capital Federal por el Arzobispo de Buenos Aires Federico Aneiros.

Toma de posesión: 16 de enero de 1881.

Cartas Pastorales: Primera Carta Pastoral, 7 de Marzo de 1881. Segunda Carta Pastoral, 25 de mayo de 1881.

Primero en la terna del Senado  

El Senado Argentino lo coloca en primer término en la terna para Obispo de Córdoba. Los Senadores que votaron por el P. Esquiú fueron Dr. Aristóbulo del Valle, Pruneda, Padilla, Torrent, Santillán, Lucero, B. Igarzábal, García, Rocha, M. J. Navarro, G. Cortés, Argento, Civit, Villanueva, Sarmiento, L. Echague y Gelabert. 

El Presidente de la República se dirige al Soberano Pontífice pidiendo la investidura canónica. 

El Presidente Avellaneda telegrafía al Dr. Castro diciéndole que «sus deseos» estaban cumplidos, que el Padre había sido nombrado Obispo. (Datos Biográficos, Félix F. Avellaneda). 

 

Aceptó el Obispado de Córdoba por obediencia al Sumo Pontífice.

«Si lo quiere el Papa, Dios lo quiere.» Dijo Esquiú, luego de haber rechazado varios cargos. Fue incluido en reiteradas oportunidades en las ternas que el Senado Nacional elevaba al Presidente para que escogiera el candidato a ocupar algún obispado. Por ejemplo, fue propuesto el 25 de julio de 1864 para el Obispado de Paraná, el 27 de setiembre de 1866 para el Obispado de San Juan de Cuyo, el 30 de agosto de 1872 para el Arzobispado de Buenos Aires.

En esta última candidatura el Presidente de la República presentó un decreto a la Santa Sede pero Esquiú renunciaba a este cargo el 12 de diciembre de 1872 con una conmovedora carta que dejó como histórico legado de humildad, honorabilidad y espíritu paternal indiscutido.

 

Su primera homilía en la Catedral de Córdoba. «Hacerme todo para todos».

“Me gusta la soledad y una vida retirada; sin embargo, mientras tenga fuerzas me veréis siempre inquieto de una otra parte, solícito del bien de todos, procurando hacerme todo para todos. Y para comprenderlo todo en una sola palabra, estoy obligado a amaros como una madre ama a su hijo, aún más, estoy obligado a dar mi vida por vosotros”. (Cfr. Homilía completa en González, 1914: 507 y 511).

 

El Obispo “misionero” con estilo franciscano

La actividad desplegada en su regencia episcopal fue increíble expresará el padre Juan Alberto Cortés ofm. en el libro “Vida popular de Fray Mamerto Esquiú”; predicó en casi todas las iglesias y capillas de Córdoba, dio ejercicios espirituales en varios lugares; y los monasterios, hospitales y cárceles fueron testigos del paso y de la voz del infatigable Obispo.

Visitas Pastorales. Comenzó con las Visitas Pastorales en el sur de la provincia el 1 de octubre de 1881 en tren, con destino a Río Cuarto. Al año siguiente recorría el norte, el 18 de enero de 1882 a Tulumba, para luego trasladarse a Río Seco, Avellaneda, Quilino, Tototal, Jesús María.

Taller de la Sagrada Familia. Apoyó el proyecto de una “misión permanente” formada por un hogar cristiano integrado por mujeres obreras pobres que habían quedado sin trabajo. Con este fin fundó el Taller de la Sagrada Familia inaugurado el 30 de abril de 1882; que ofrecía a la mujer necesitada un lugar donde trabajar honradamente, en telar, armado de cigarrillos, fabricación de sobres, jabón, velas, lavandería, costura, bordado y tejido, y así obtener un medio de subsistencia. *2

Así se reflejó esta Obra del Obispo Fray Mamerto Esquiú en los diarios de la época, decía el Eco de Córdoba (10.03.1883) “Con mucha satisfacción hemos tenido ocasión de ver las obras de mano que hacen en este importante establecimiento y podemos decir que en nada se diferencia de las que vienen del extranjero, tanto por la prolijidad y esmero con que se confeccionan cuanto porque los precios a que se expenden, son sumamente módicos”.

El Seminario diocesano. Se vio enriquecido por la labor promotora de Fray Mamerto que, en el ámbito de los estudios terciarios, bregó por el restablecimiento de los estudios teológicos.

*2 Los Obispos del Bicentenario en Córdoba – 1810-2010 – Liliana de Denaro.

El Obispo “campesino” moldeado por el amor

Su segundo año de episcopado lo inició efectivamente como “campesino” yendo de pueblo en pueblo, recorriendo la campaña. Río Cuarto, Río Segundo, Tulumba, Jesús María, Bell-Ville, etc., fueron testigos de la presencia paternal de Fray Mamerto, quien no sólo administraba los sacramentos, sino que dedicaba gran parte de su tiempo a charlar con sus fieles.

Anécdotas de Monseñor Eduardo Ferreyra, (Párroco de Bell-Ville). Hablaré algo de lo que constituía su recreo.

«Como él tenía tanta claridad para con todos, durante aquella misión de tres meses, en que transformó aquel Curato, él no perdía momento libre de sus tareas ocupándolas en ayudar al Cura en su trabajo material. Así en el campo se hacía cargo de las informaciones matrimoniales, de la anotación de las confirmaciones, etcétera. En esos casos, sea por la mucha tarea en escribir o por la humildad, él se quitaba el pectoral, el anillo y el solideo, y como nunca vario la forma del hábito franciscano, quedaba con la apariencia de un simple fraile.

Sucedía veces que algunos campesinos que venían de lejos con el deseo de conocerlo entraban al curato de su trabajo y le decían “Señor Cura, hágame conocer al Obispo”; él en el acto se levantaba y, tomando por la mano al paisano, le obligaba a sentarse y empezaba a preguntarle, con inmenso cariño, de su esposa, de cuántos hijos tenía, casado o soltero, si eran religiosos y sumisos a su padres, si se confesaba, si sabían la doctrina, etcétera, hasta que el paisano que ardía en deseos de ver al Obispo, se paraba y le preguntaba : “Señor Cura, ¿dónde está el Obispo?”. “Pero, amigo, con él está hablando, le contestaba el Señor Obispo…”.

El paisano, anonadado, se dejaba caer al suelo, de rodillas, buscándole los pies para besárselos; pero él ya lo había levantado y, teniéndolo estrechamente abrazado, unidos su venerable rostro al tosco y a veces sucio del campesino, empezaba sugerirle al oído “sus encargos”, que jamás podían olvidarse, y muy pronto empezaban a destilar las lágrimas del pobre, que se derramaban luego en abundancia siempre que aquel recordaba ese tan feliz momento. *1

*1 Vida Popular de Fray Mamerto Esquiú, Juan Alberto Cortés OFM.)

Escudo del Padre Esquiú

Lectura técnica por Hernán Pablo Iris OFS

Técnico Superior en Protocolo y Ceremonial Especializado en Heráldica y Vexilología

La Heráldica o ciencia del Blasón es el estudio de los Escudos de Armas en todas sus extensiones, bien se trate del armado, composición, lectura técnica o investigación interpretativa de la simbología que los conformen.

La Heráldica tal como llega a nuestros días tiene su origen en la Edad Media, pero esto no significa que antes no hayan existido representaciones simbólicas, al contrario las hubo en cuantía y de diferentes maneras, pero no se las consideran heráldicas porque no estaban protocolizadas, esto significa que no existían leyes que las regularan.

Su origen se fundamentó en la necesidad de identificar a los caballeros (heráldica guerrera) que estaban ocultos bajo las armaduras.

Pasado el tiempo de las cruzadas, estos escudos ya no serán únicamente para identificar a dichos personajes. Con el tiempo irán heredándose de padre a hijos (heráldica gentilicia), identificaran a pueblos, ciudades, naciones (heráldica territoriales), hasta llegar a los Obispos, Cardenales, Papas (heráldica eclesiástica).

Dichos escudos se registraban en armoriales, y uno de los problemas que arrastraban desde antiguo era la representación de los distintos colores al faltar estos, ya que los esmaltes se sustraían de las plantas, y elaborarlos llevaba tiempo.

Para esto, en el siglo XVII, el jesuita Silvestre Pietrasanta, ideó una codificación a base de finos rayados y punteados, del siguiente modo:

Posteriormente se agregaron otros colores, pero no responden a la heráldica primitiva.
Para concluir, la heráldica se compone de dos partes, la lectura simbólica (lo que representa cada pieza u objeto) y la técnica (lenguaje propio). La lectura simbólica no es tan sencilla pues si no hay registro de la persona, lo que para uno puede simbolizar un objeto, puede cambiar en la otra persona. A modo de ejemplo: una abeja puede representar laboriosidad, mientras que para otra persona evoca la profesión (apicultor). Con respecto al lenguaje técnico, es un idioma propio, mediante el cual una persona sin haber visto el escudo, leyendo o escuchando dicha lectura técnica la representa perfectamente. Para realizar la lectura técnica y posterior reconstrucción en color, me basé en la siguiente imagen
Y en la puerta del osario que custodia los restos del Venerable Padre Esquiú en la Catedral de Córdoba.

Entre ambas imágenes existe la diferencia de los adornos externos (en uno aparece mitra y báculo mientras que en el otro solo el báculo). Sigo basándome en la representación en blanco y negro.

Apareció también, circulando por internet el siguiente escudo:

Junto al siguiente texto:

Ahora puede verse con claridad que el segundo cuartel carga dos flores cruzadas en aspa. Podría suponerse que se trata de un lirio y una rosa.  El detalle curioso es que el báculo no sobresale por la parte inferior, lo que da la impresión de que se trata de  un cayado muy corto.

Ahora bien, en el número 6/7  de la revista del Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, correspondiente a los años 1946/47, encontramos la siguiente descripción del escudo de Fray Mamerto Esquiú,  Obispo de Córdoba, tomado a su vez «de la obra del R. P. Fray M. A. González, Córdoba, 1914″:

«Cuartelado. Al primero, los Corazones de Jesús y de María. Al segundo, un racimo de uvas unido a un ramito de violetas. Al tercero, un bloque de tierra (alusión a Tierra Santa). Al cuarto, el brazo desnudo de Jesucristo y el de San Francisco (vestido) entrelazados en la Cruz».

Desde lo profesional desestimo el mismo ya que no corresponde al dibujo y la placa mencionados anteriormente.

Lectura técnica:

Boca piel de toro.

Cuartelado en cruz

1ºen campo de oro, dos corazones de gules puestos en faja. El primero resaltadopor una corona de espinas en su color natural, y sumado por una llama de oro y gules; el segundoatravesado por una espada alterada de plata con guarnición de oro, puesta en banda, sumado por una llama de oro y gules,.

2º en campo de plata, un lirio entallado y foliado en su color natural, puesto en barra. Resaltado por una rosa entallada y foliada en su color natural, puesta en banda

3º en campo de ceniza, una faja de azur aclarado, cargada por seis montañas en su color natural, terrazadasde sinople, puestas en banda.

4º en campo de gules, una cruz latina en su color natural.Brochante sobre el todo, dos brazos en carnación, herido de gules en sus palmas. El primero vestido de marrón.

Timbrado por una mitra a diestra de jefe. Acolado por un báculo contornado, a siniestra de jefe.

Sobre el todo, un capelo en sinople, con seis borlas en 1, 2 y 3 a cada lado.

Reconstrucción heráldica del mismo:

Hernán Pablo Iris OFS
Técnico Superior en Protocolo y Ceremonial
Especializado en Heráldica y Vexilología