Fray Mamerto Esquiú y la Inmaculada Concepción

Dic 8, 2021 | Actualidad, Fray Mamerto Esquiú, Sermones

Sermón de Fray Mamerto Esquiú sobre la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción, predicado en la Iglesia Matriz de Catamarca – Agosto de 1858.

En el día de la Inmaculada Concepción, compartimos algunos párrafos célebres del sermón predicado por el padre Esquiú en agosto de 1858, en la Iglesia de Catamarca.*

Esquiú con 32 años ya se destacaba por su delicada escritura, la solidez de sus escritos, sermones, cartas, que dedicaba al Pueblo de Dios. En 1858 ya había alcanzado el reconocimiento público al pronunciar el sermón sobre la Constitución Nacional (1853), pidiendo por la paz y la unión de los argentinos, haciéndose conocido en casi todos los ámbitos de la Nación. 

“El misterio de la Inmaculada Concepción de María lleva esencialmente la fe de otros misterios o principalmente del dogma de la caída original del hombre en Adán y de la redención humana por Jesucristo, como igualmente da por asentada la fe de la libertad de Dios de su presencia, de su justicia y misericordia, de su santidad infinita, de la eficacia y necesidad de la gracia divina, de la admirable admirable gradación por donde se unen y enlazan las criaturas de Dios, de un cúmulo de misterios que honran y colocan tan alto la Concepción de María, que es ella como el principio de los caminos de Dios y la obra maestra del Altísimo después de la Encarnación del verbo.” (pág. 95 Sermón).

“María, concebida sin pecado, rogad por nosotros, que acudimos a Vos”.

“El dogma de la Redención humana consiste en que el Hijo de Dios haciéndose hombre verdadero en las entrañas de María y muriendo en la Cruz recató del pecado al hombre y le mereció la santificación y la gloria eterna, y aun mas en que Jesús es la única fuente de todo mérito, el Pontífice y mediador eterno entre el Padre y las criaturas, que ha purificado por la sangre de su cruz lo que hay en los Cielos y en la tierra, y ha reparado con tan inefable armonía los desconciertos y la ruina del pecado, que todas las cosas, el mundo, el presente y lo venidero todo es de los redimidos y los redimidos son de Cristo y Cristo es de Dios”. (pág. 96 sermón).

“El fin mediato de la Concepción Inmaculada de María ha sido Jesucristo. San Pablo escribiendo a los cristianos de Colossas les decía del Hijo del Padre: “El es imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura, porque en él fueron criadas todas las cosas que hay en los Cielos, en la tierra, la visibles y las invisibles, ora sean Tronos o Dominaciones, Principados o Potestades, todas fueron creadas por él mismo y en él mismo…” (pág. 97 sermón).

«El fin mediato de la Concepción Inmaculada de María ha sido Jesucristo»

“Era pues necesario una madre que siendo verdadera Hija de Adán fuese también por su pureza Inmaculada, digna de dar su carne y su sangre al Hijo de Dios, esta madre singularísima, es María.
De esta consideración se infiere también, cuán preciosa, cuán necesaria es María Inmaculada a la salud de todo el género humano; sin ella la vida no venía al mundo; sin ella careceríamos de nuestra mejor y más poderosa abogada; no tendríamos la verdadera madre, ya que se perdió la primera en el paraíso terrenal. ¡Ah! Sin María ¿qué sería de todos nosotros?” (pág. 98 sermón).

«Sin ella la vida no venía al mundo; sin ella careceríamos de nuestra mejor y más poderosa abogada; no tendríamos la verdadera madre» 

“¡Ah! Cuando en medio de tan males aparece María en la aurora clarísima de su Inmaculada Concepción; cuando este Misterio de inefable espiritualismo viene a visitar al siglo más materializado de la historia humana; cuando María, la estrella del Mar; el iris de la esperanza, nos luce en medio de tantas tinieblas y borrascas, señal es que los tiempos serán bonancibles y nuestro Dios será honrado en la tierra y glorificada su Madre y exaltada la Fe Católica, acrecentada nuestra Religión santísima, y nos reserva otros mil bienes que ha traído siempre al mundo cristiano la fe y la devoción a María. Ah! Bienvenida seais, o dulcísima María!…” (pág.100 sermón).

*Del libro EL PADRE ESQUIÚ – Obispo de Córdoba. Tomo I. Año 1883. Obra compilada por Alberto Ortiz.

Fotos de las siete páginas del Sermón. 

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