Sobre Santiago Esquiú, el padre de Mamerto

Feb 3, 2022 | Actualidad, Fray Mamerto Esquiú

Por Marcelo Gershani 

La primera referencia documental que acredita la presencia del catalán Santiago Esquiú en territorio catamarqueño es de 1816. En ese año se encontraba en Ancasti, actual departamento del este catamarqueño, donde pretendía contraer matrimonio con María Anastasia Acevedo.

Esta pretensión no se concretó y poco después, en 1820, el catalán Esquiú casó con la catamarqueña María de Jesús Salas y Correa. De ese matrimonio nació una hija. Una vez viudo, Santiago Esquiú contrajo nuevamente matrimonio en 1822, en Piedra Blanca, con María de las Nieves Medina. De ese matrimonio nació Mamerto, actual beato Fray Mamerto Esquiú.

Dice Francisco Castellanos Esquiú que su bisabuelo, el catalán Santiago Esquiú era “físicamente, un hombre alto, delgado, bien parecido, de ojos castaños y suaves maneras”.

Un dato no muy difundido es que Santiago Esquiú perteneció a la Tercera Orden Franciscana, al igual que sus sucesivas esposas, María de Jesús Salas y María de las Nieves Medina, la madre de Fray Mamerto.

María de Jesús Salas, primera esposa de Santiago Esquiú, murió el 5 de diciembre de 1821, a la edad de 24 años. Fue sepultada en el cementerio de la Iglesia de San Francisco, privilegio que le correspondía por pertenecer a la Tercera Orden.

En el diario familiar se registra que Santiago Esquiú murió el lunes 3 de febrero de 1845 “como a las nueve de la noche”. Lo asistieron espiritualmente “el padre Rosales y el Cura Rivera”.

https://ofm.org.ar/evento/esquiu-en-1845-muere-su-padre-santiago-esquiu/?instance_id=325

«Seis éramos los hijos venturosos de esos padres tiernos que, sin bienes de fortuna y en el humilde estado de labradores, eran felicísimos en la tranquilidad de su virtud y resignación, y en las dulzuras de una vida contraída exclusivamente a su familia y a Dios: la discordia, el espíritu de maledicencia, la avaricia, la injusticia, ninguna pasión enemiga de los hombres ha penetrado en el santuario del hogar paterno: allí han reinado una paz inalterable y una ocupación, estéril al progreso de la fortuna, pero copiosa en las dulzuras con que sazonaba la satisfacción de todas nuestras necesidades; y el santo nombre de Dios se invocaba desde la mañana a la noche: aún no aclaraba el día sus primeros crepúsculos, y la voz de mi padre sonaba como el acento de un ángel de Dios sobre su familia, que de rodillas alternábamos los cánticos del Trisagio y las oraciones de la mañana; después de esto se concedía una corta holganza y salía mi padre con los instrumentos de cultivar la tierra al hombro, al recinto de una heredad muy estrecha, pero a vara sin medida del sudor de su anciana frente; mi hermano y yo caminábamos a la escuela; y mi madre y mi hermana, ángeles tutelares del hogar doméstico, se aplicaban a la rueca, y al telar y a preparar, con sus propias manos, el alimento de su esposo y de sus hijos: al medio día se volvían a reunir todos en el seno de una paz profunda y contentísimos con una refección sumamente frugal; se separaban después de un breve descanso, para ir cada uno a su tarea y no juntarse sino a la entrada del sol; lo restante del tiempo se daba al descanso, al rezo del Rosario, a la lectura, a los consejos saludables, a los quehaceres dulcísimos que forman el alma de vida doméstica…”, escribió fray Mamerto Esquiú al recordar su hogar. Esos seis “hijos venturosos” fueron seis hermanos unidos por el afecto durante toda la vida. Numerosos testimonios así lo acreditan.

¿Cuál es la Tercera Orden Franciscana? 

En este link accede a más información 

 

Categorías